Los precios de las acciones se determinan en el mercado, donde la oferta del vendedor se encuentra con el equilibrio del comprador. Por lo general, los precios de las acciones fluctúan en función de factores como la oferta y la demanda, los resultados y la rentabilidad de la empresa, factores económicos y políticos y la confianza del mercado.

Los precios de las acciones dependen de diversos factores, pero en última instancia el precio en un momento dado se debe a la oferta y la demanda en ese instante. La oferta es la cantidad total de una acción específica que está disponible en un mercado, mientras que la demanda es la cantidad total demandada en el mercado para esa acción. Una oferta baja y una demanda alta harán subir los precios de las acciones, mientras que una oferta alta y una demanda baja producirán el resultado contrario.

El informe financiero: la divulgación del informe anual, el informe semestral y el informe trimestral de una empresa suele provocar fluctuaciones en la cotización de sus acciones porque los informes contienen los resultados, la rentabilidad y las perspectivas de la empresa en un período concreto. Si los informes indican que la empresa está obteniendo buenos resultados o que se espera que su sector crezca, es más probable que los inversores compren sus acciones, aumente la demanda de sus acciones y las cotizaciones suban en consecuencia.

Los tipos de interés son un factor importante a la hora de determinar las cotizaciones bursátiles. Cuando los tipos de interés bajan, suben las cotizaciones bursátiles, ya que los particulares gastan más, lo que a su vez se traduce en una mayor rentabilidad empresarial, y las empresas pueden financiar operaciones, adquisiciones y expansiones con menores costes de endeudamiento, aumentando así su potencial de beneficios.

Cuando suben los tipos de interés, los consumidores particulares no se plantean comprar bienes con tipos de interés variable, como casas y coches, y ello se traducirá indirectamente en una disminución de los ingresos de las empresas. Mientras tanto, las empresas reducen el importe de sus préstamos bancarios debido a los elevados costes de endeudamiento, lo que provoca una disminución del gasto y la ralentización del crecimiento, con el consiguiente efecto negativo sobre sus resultados en el mercado bursátil.

Las relaciones políticas y comerciales internacionales, las catástrofes naturales y los precios de las materias primas también influyen significativamente en las cotizaciones bursátiles.