El S&P 500 estableció un mínimo del día en 5.699, atrayendo compradores agresivos que llevaron el índice a un máximo no visto desde el 7 de marzo en 5.772. Actualmente, el S&P 500 opera en 5.759, ganando un 1.66% en la primera jornada de la semana.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, relajó las amenazas comerciales al insinuar la posibilidad de que muchos países reciban exenciones arancelarias en el corto plazo, aunque se abstuvo de proporcionar detalles al respecto. De igual forma, expresó su disposición de negociar con cualquier país interesado en el tema arancelario.
Por otro lado, el presidente del Banco de la Reserva Federal de Atlanta, Raphael Bostic, señaló que la incertidumbre económica estará presente mientras la guerra comercial de Estados Unidos permanezca, obstaculizando el objetivo inflacionario del 2%.
De acuerdo con información publicada por Markit Economics, el PMI de servicios de S&P Global, subió a 54.3 puntos en marzo, mejorando las expectativas de 51.2 y de los 51 observados en febrero. En contraste, el PMI manufacturero de se contrajo 49.8 puntos por debajo de los 51.9 estimados y de los 52.7 alcanzados el mes anterior.
En este contexto, el S&P 500 firma su segunda jornada consecutiva al alza, alcanzando máximos no vistos desde el 7 de marzo en 5.772, en sintonía con los principales índices bursátiles.
El S&P 500 estableció un soporte de corto plazo dado por el mínimo del 13 de marzo en 5.504. Al alza, la resistencia más cercana se encuentra en 5.857, en convergencia con el retroceso al 50% de Fibonacci y con el promedio móvil exponencial de 13 periodos. La siguiente resistencia clave la observamos en 6.007, punto cuyo pivote del 26 de febrero.
Gráfica de 4 horas del S&P 500
El S&P 500 es un índice bursátil muy seguido que mide el rendimiento de 500 empresas públicas y se considera una medida amplia del mercado bursátil estadounidense. La influencia de cada empresa en el cálculo del índice se pondera en función de la capitalización bursátil. Ésta se calcula multiplicando el número de acciones cotizadas de la empresa por el precio de la acción. El índice S&P 500 ha logrado rendimientos impresionantes: 1.00$ invertido en 1970 habría producido un rendimiento de casi 192.00$ en 2022. La rentabilidad media anual desde su creación en 1957 ha sido del 11.9%.
Las empresas se seleccionan por comité, a diferencia de otros índices en los que se incluyen en función de normas establecidas. Aun así, deben cumplir ciertos criterios de elegibilidad, el más importante de los cuales es la capitalización bursátil, que debe ser igual o superior a 12.700 millones de dólares. Otros criterios son la liquidez, el domicilio, la capitalización bursátil, el sector, la viabilidad financiera, el tiempo de cotización y la representación de los sectores de la economía de Estados Unidos. Las nueve mayores empresas del índice representan el 27.8% de la capitalización bursátil del índice.
Hay varias formas de operar con el S&P 500. La mayoría de los corredores minoristas y plataformas de spread betting permiten a los operadores utilizar Contratos por Diferencia (CFD) para realizar apuestas sobre la dirección del precio. Además, se pueden comprar fondos indexados, fondos de inversión y fondos cotizados (ETF) que siguen la cotización del S&P 500. El más líquido de los ETF es el ETF de la Bolsa de Londres. El más líquido de los ETF es el SPY de State Street Corporation. El Chicago Mercantile Exchange (CME) ofrece contratos de futuros sobre el índice y el Chicago Board of Options (CMOE) ofrece opciones, así como ETF, ETF inversos y ETF apalancados.
Son muchos los factores que impulsan al S&P 500, pero principalmente es el rendimiento agregado de las empresas que lo componen, revelado en sus informes de resultados trimestrales y anuales. Los datos macroeconómicos estadounidenses y mundiales también contribuyen, ya que influyen en la confianza de los inversores, que si es positiva impulsa las ganancias. El nivel de los tipos de interés, fijado por la Reserva Federal (Fed), también influye en el S&P 500, ya que afecta al coste del crédito, del que dependen en gran medida muchas empresas. Por lo tanto, la inflación puede ser un factor determinante, así como otros parámetros que influyen en las decisiones de la Reserva Federal.