El Dólar australiano (AUD) se está fortaleciendo el viernes, con el par moviéndose cerca de la zona de 0.6280 durante la sesión americana. El tono alcista para el Aussie surge a medida que el Dólar estadounidense (USD) continúa debilitándose en general, arrastrado por datos económicos más bajos de lo esperado y la creciente preocupación de los inversores sobre la inflación y la política comercial. Aunque el momentum está mejorando con cautela, la tendencia más amplia sigue siendo técnicamente bajista, con zonas de resistencia limitando el alza adicional por ahora.
El AUD/USD extiende su recuperación por tercera sesión consecutiva, acercándose al rango superior de su movimiento diario, con la acción del precio contenida entre 0.6180 y 0.6287. A pesar del empuje al alza de hoy, la estructura técnica general sigue siendo frágil.
El Índice de Fuerza Relativa (RSI) se sitúa alrededor de 50, neutral pero inclinándose al alza a medida que sube de manera constante. Mientras tanto, el MACD aún señala debilidad, imprimiendo una nueva barra roja, indicando que los vendedores no han salido del todo. Las lecturas del Ultimate Oscillator y del Estocástico permanecen neutrales, sugiriendo que la tendencia carece de una fuerte convicción.
Desde un punto de vista de seguimiento de tendencias, todas las medias móviles principales continúan apuntando hacia abajo. Las medias móviles simples (SMA) de 20 días, 100 días y 200 días, junto con la EMA de 30 días, confirman la presión bajista persistente. Se observan niveles clave de resistencia en 0.6244, 0.6261 y 0.6262, mientras que el soporte se ve en 0.6236, 0.6215 y 0.6180. Una ruptura por encima del área de 0.6260 podría abrir espacio para una corrección alcista más fuerte, aunque el sesgo técnico sigue siendo cauteloso por ahora.
En términos generales, "trade war" es una guerra comercial, un conflicto económico entre dos o más países debido al extremo proteccionismo de una de las partes. Implica la creación de barreras comerciales, como aranceles, que resultan en contrabarreras, aumentando los costos de importación y, por ende, el coste de la vida.
Un conflicto económico entre Estados Unidos (EE.UU.) y China comenzó a principios de 2018, cuando el presidente Donald Trump estableció barreras comerciales contra China, alegando prácticas comerciales desleales y robo de propiedad intelectual por parte del gigante asiático. China tomó medidas de represalia, imponiendo aranceles a múltiples productos estadounidenses, como automóviles y soja. Las tensiones escalaron hasta que los dos países firmaron el acuerdo comercial Fase Uno entre EE.UU. y China en enero de 2020. El acuerdo requería reformas estructurales y otros cambios en el régimen económico y comercial de China y pretendía restaurar la estabilidad y la confianza entre las dos naciones. La pandemia de Coronavirus desvió la atención del conflicto. Sin embargo, vale la pena mencionar que el presidente Joe Biden, quien asumió el cargo después de Trump, mantuvo los aranceles y hasta añadió algunos gravámenes adicionales.
El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca como el 47º presidente de EE.UU. ha desatado una nueva ola de tensiones entre los dos países. Durante la campaña electoral de 2024, Trump se comprometió a imponer aranceles del 60% a China una vez que regresara al cargo, lo que hizo el 20 de enero de 2025. Se espera que la guerra comercial entre EE.UU. y China se reanude donde se dejó, con políticas de represalia que afectan el panorama económico global en medio de interrupciones en las cadenas de suministro globales, lo que resulta en una reducción del gasto, particularmente en inversión, y alimentando directamente la inflación del índice de precios al consumidor.